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27 de marzo de 2007

Mis maravillas

Nunca he comprendido muy bien por qué existen personas que no sienten amor por los animales y cómo es que algunos sienten repulsión por ellos, especialmente los gatos.
Hay países, especialmente en Europa, en donde un gatito es la mascota preferida, por encima de los perros.
A mi me gustan todos los animales pero algunos los veo con cierta distancia, porque son muy destructivos o hediondos, como los perros y los hurones. Si no olieran tan feo y respetaran el baño, creo que también estarían como parte de mi familia.
Los gatos, sin embargo, siempre huelen bien. Cuando toman sol por las mañanas uno puede olerles el pelaje y tienen -literalmente- "olorcito a sol". Son cariñosos, preocupados de los humanos y muy querendones entre ellos cuando viven juntos. Hoy tengo seis, luego que hace tres meses partiera uno de mis regalones, Sam.
Un gato, así como cualquier otro animal no humano, es considerado por nuestra aberrante legislación como un bien mueble "semoviente", esto es, una cosa que es capaz de moverse por sí misma. Esta es su realidad en Chile. Son "cosas" y -como tales- tienen un dueño que puede usar gozar y disponer de él. La crueldad hacia ellos es, por lo tanto, casi promovida. No lo concibo.
No entiendo cómo es posible (salvo por los afanes economicistas de transformar la carne en el alimento primordial del ser humano) que no se respeten sus derechos. Ellos ciertamente piensan, tienen sentimientos, tienen vida.
Para ejemplificar un poco esto, les contaré brevemente acerca de mis gatitos. Los mayores son Martín y Sofía. Ellos son hermanos y tienen seis años de edad. Siempre fueron muy juguetones, cariñosos y apegados a nosotros. Cuando mi mamá ya estaba grave, Martín llegaba todas las noches puntualmente a las 9 pm, se acomodaba sobre el pecho de mi madre y le ronroneaba sin parar durante exactos veinte minutos. Para los que ignoran estos detalles, el ronroneo funciona como una mini bomba de cobalto. En otras palabras, él le practicaba radioterapia. Cuando mi madre murió, la Sophie llegaba corriendo al celular cada vez que sonaba, porque se acostumbró, cuando mi mamá estaba hospitalizada, a escucharla y ronronearle al teléfono.
Ya más tarde, llegó mi Sam. Llegó de la calle y no se fue más. Era muy amoroso y temeroso. Seis meses después de intalarse en mi casa, se cruzó con la Sophie. Vio nacer a sus hijas. Se quedó pegado mirando cada uno de los partos. Las protegía del Martín, quien al principio se puso celoso porque su hermana no lo pescaba ni en bajada. Las defendía incluso permitiendo golpes, de los que antes solía arrancar.
La Sophie, por su parte, amamantó a sus tres niñas durante un año y medio. Nunca lo había visto pero ellas se chupaban el dedito gordo de su mano igual como hacen los bebés humanos.
En eso, me encontré a la Cleo arriba de un árbol en Avda. Santa María. Ella es muy mimosa y cuando llegó a la casa aún no le salían ni los dientes de leche. Sophie trató de amamantarla pero ella se resistió. Dudo que haya sabido siquiera lo que era eso. Las tres niñas: Blanquita, Lupita y Lunita la recibieron como una hermana más.
Todos jugaban juntos, se lavaban mutuamente (cosa que siguen haciendo) y es un espectáculo hermoso de cariño y preocupación.
La Blanquita era y sigue siendo la regalona de mi hermano. Cuando él se casó y se fue de la casa, a ella le corrían lágrimas por sus ojitos. No es habitual, raramente se puede ver un animalito llorar.
La Lupita me adoptó como madre sustituta cuando su mamá ya no la amamantó más. Ella es muy tímida y jamás ha salido siquiera al jardín. Lunita es cuento aparte. Su tío Martín es su modelo a seguir y es su mono menor: lo imita en todo, la forma de dormir, los juegos, la habilidad de trepar a los humanos, los lugares para su siesta. En este preciso momento están durmiendo juntos, "chic to chic".
La Cleo es lejos la más juguetona y habladora. Todo lo conversa e invita los demás a jugar con ella.
Ninguno de ellos muerde ni rasguña. Cada uno tiene una personalidad muy definida pero se caracterizan en que son todos querendones.
Tienen tres baños que limpio constantemente, porque si están sucios prefieren aguantarse las ganas. Les gusta el agua bien fresca y que les hagan mucho cariño.
Son hermosos, son mis niños y una de mis razones para vivir.

23 de marzo de 2007

Reinvención

No soy de las que están por perder su imagen en cirugías, por más porfiadita y poco alejada de la mano de Dios que soy. No me pondría pechugas, ni me haría una lipo. La nariz se queda como está. Gracias a Dios y a la genética no tengo arrugas ni canas, así que por ese lado nada de qué quejarse. No me tiño ni hago peelings, no voy al Spa ni al gimnasio. Lo tacuaca no se quita con nada, así es que mi escasez de centímetros verticales no los puedo cambiar.
Jamás usaría lentes de contacto de colores ni taco aguja para simular lo que no soy.
Pero todo es nada más físico, cuestión que nunca me ha importado mucho.
Por dentro, sin embargo, hay que empezar a picar. Miles de defectos, actitudes, formas de pensar y ver las cosas que son dañinas para mi.
Me gustaría ser más alegre, más empática, más soñadora y más activa. Pero soy esta persona calma, retraída, pesimista y remolona. El reverso de la moneda respecto a mi infancia.
No sé bien cuando cambió todo ni por qué.
Necesito reinventarme por dentro pero no sé por dónde empezar y tampoco sé si lo puedo lograr.
En resumidas cuentas, no me gusta como soy, no me gusto. Pero lo cierto es que la única persona que pololea por siempre con uno es uno mismo y tengo que aprender a quererme o empezar a enfrentar el arduo trabajo del cambio interno.
Hay quienes sostienen que ese cambio es siempre posible y es cuestión de creer.
Adivinen lo que yo creo al respecto...

16 de marzo de 2007

El arte de buscar pega


Buscar trabajo es un arte que desconozco absolutamente. No tengo destrezas en esa área. Ninguna.
Experiencia sí y mucha, tal vez demasiada. En mi vida, he ido a cientos de entrevistas, realizado innumerables veces el famoso test de Rorschach, el de Lusher, los de cociente intelectual, el de dibujar, inventar historias de una plana, los de conocimientos, veracidad. Creo que lo único que no me han practicado ha sido el de Cooper. Siempre, siempre quedo en las ternas pero, como bien mariposeaba Bosé en sus años mozos, ser segundo es perder.
Por lo mismo, casi toda mi vida profesional he sido independiente.
Ahora que ya me cabrié de ser independiente, he vuelto a las arenas movedizas de buscar pega. Me dicen: "ven en una hora porque fulanito te va a recibir" y parto rajada, tan rajada que hará tres semanas choqué por lo mismo. Dejo currículum en cada oficina del lugar al que estoy tratando de meterme, converso amablemente con cada pelafustán que se me cruza, me presento, hago mi introducción, lobby y culebreo hasta quedar tan plana como estampilla.
Nunca antes hice eso. Siempre dije: "Al lugar que entre será por mi currículum" Como eso me ha pasado solo dos veces en la vida, he decidido hacer como hicieron todos mis antiguos conocidos y "suck the soquet" se ha dicho.
Todavía soy bastante inepta y torpe es una deliciosa palabra para describir mis habilidades al realizar esta tarea que antes me parecía vergonzosa pero que se ha transformado en una necesidad y ya no miro con malos ojos. Al contrario, de a poco me voy puliendo. Un día me quedo en ese lugar por osmosis. Ya los guardias me saludan, varios funcionarios saben hasta mi nombre y seré "la que se arrastró hasta conseguir el puesto"...en realidad no. No podría serlo porque la mayoría lo ha hecho así o por la varita nepótica que los instala.
Ignoro si funcionará así en todas las profesiones o es ésta la más corrupta de todas.
¿Será corrupción? ¿Será que me tomo ciertas cosas con demasiada seriedad cuando en realidad debiera verlas como parte de los quehaceres mundanos?
Como sea, ya me estoy empezando a acustumbrar al sistema. Por fuera no se puede.
Me transformaré en "artista".

4 de marzo de 2007

Depresión, egoísmo y crueldad



Para quienes no son depresivos, esto parecerá un chiste. Para los que la vivimos, sin embargo, se trata de cosas que pueden ir muy entrelazadas y hasta ser consecuencias copulativas.
En mis tiempos normales, aquéllos en que la depre se duerme y cede el paso a mi habitualidad, no me considero un ser egoísta. Por el contrario, suelo ser bastante bondadosa y -como algunas personas afirman- corazón de mantequilla.
Por el contrario, estando en plena crisis no me importa nada y lo único trascendente es salir de ese estado catastrófico, a como dé lugar.
En estos días en que casi nada me conmueve, me he transformado en un ser que requiere máxima atención y he llegado a convencerme que lo único es la preocupación que los demás debieran tener por mi ¿por qué? Porque me victimizo casi sin darme cuenta. Necesito que el mundo gire a mi alrededor, haciendo lo impensable para que YO me sienta bien...y se me olvidan los sentimientos ajenos. Se me olvida que los demás también pueden estar pasando un mal momento o tener problemas graves que aquejan su existencia. Ellos se lo callan y me facilitan el camino hacia la autocompasión.
Cuando ya estoy recibiendo constantes muestras de cariño y preocupación, viene la peor parte. Ésa que me hace esperar aún más, que me convierte en tirana y hace de mis seres queridos mis súbditos. El amor por mi misma -aunque suene paradójico- se torna incontrolable y no tolero cualquier actitud que yo considere alejada a la preocupación que los demás debieran tener por mí. Hoy ha tenido un punto cúlmine e hice llorar a alguien a quien yo quiero mucho.
Fui cruel, egoísta e hiriente. Pero tuvo algo positivo: me hizo reaccionar, he logrado ver a los demás, saber que sienten, piensan y siguen siendo tan humanos como siempre. Hacen cosas por mi y nos las valoro como debiera. Salí de mi cueva inerte para consolar a otro, para reconocer que soy una perfecta idiota, para tragarme el orgullo y aceptar que soy mucho más egoísta de lo que yo creía. Salí para aceptar que nadie es perfecto, que todos tenemos cosas buenas y malas, salí con el firme propósito de cambiar mi actitud, porque nosolo me perjudica a mi, sino que hace sentir miserables e impotentes a los demás.
Basta de mis melodramas. Adiós depresión.

2 de marzo de 2007

Limones


Reza un dicho gringo que cuando la vida te da limones, tú haces limonada con ellos.
¿Qué tendría que hacer ahora que la vida se ha encargado de taparme con caca hasta la mismísima frente? ¿Pastel de mierda?
No me apetece comerla. A decir verdad, no me apetece deglutir nada.
Quiero paz y no hastío, quiero fuerzas y no un sueño permanente, quiero salir de donde estoy enterrada pero cada día me hundo un centímetro más.
Soy una maldita egoísta. Hay personas en situaciones infinitamente más deplorables que las mías y aún así me quejo. Me quejo porque es mi vida y no conozco otra, porque por más que trate de calzarme zapatos ajenos no son más que buenas intenciones ¿Qué podría yo saber de nadie cuando apenas y me conozco yo? ¿Cómo puedo decir "te amo" o "te quiero" si no soy capaz de sentir eso por mi?
Ya no siento pena de mi. Estoy empezando a odiarme.
Soy insoportable, porfiada, desganada, sin amor por la vida.
Soy la caca que me está hundiendo.
Apelaré a los buenos criterios externos, porque los míos no son de fiar, apelaré a la fe, a la esperanza de un futuro mejor. apelaré a la Corte Suprema si es necesario, porque me estoy causando un gravamen irreparable que solo puede enmendarse por vía de apelación.
Cuando esté sentada frente al estrado, espero no tener en frente de mi un frasco de limonada....