Ahora que ya estoy nuevamente chapoteando en los efectos de mi "medicamento favorito", puedo hacer un pequeño racconto para rememorar y memorizar el por qué DEBO tomarlo sagradamente y no volver a creerme la wonder woman y mandarme una semana completa de "yo puedo sola".
El primer día pasó piola, casi ni me dí cuenta, salvo porque no dormí lo que se llama nada.
Al segundo día, sin embargo, su ausencia me estaba empezando a molestar. Sienes galopantes, un extraño siseo al hablar y mis manitas tiritando como si me hubiera pasado el día completo dentro del congelador.
Porfiada de mi, me dije: Esto es soportable, puedo seguir así...
Hasta el cuarto día. Los ojos se tornaron más rápidos de lo esperable y mirar de un lado a otro me estaba provocando unos mareos que no podía disimular. Todo estaba ocurriendo a 4x y la velocidad comenzaba a hacer estragos en mi más que débil estado.
Cuando abría la boca para decir algo, estaba muy conciente que debía pensar bastante antes, para así bajar las revoluciones y no quedar en evidencia como mina loca o desequilibrada.
Sepan que es considerablemente difícil tener conciencia que se está a mil revoluciones, tener la certeza que hay que bajarlas pero ni la más puta idea de cuánto. Supongo que habré calculado medianamente bien.
Al quinto día los atardeceres no eran los de antes. Nada de cielo rojizo, nada de suaves nubes avanzando lentamente al compás de la brisa de las 6 de la tarde. Estaba de día, sol en el patio y de pronto ¡¡¡PAF!!! alguien me cerraba las cortinas y ya era de noche. De noche la abstinencia deja estragos: me empezaba a sentir "comfortably numb", me sentaba frente al computador y veía su parsimonia mientras la vertiginosa velocidad de mi cerebro se tropezaba con la lentitud del entorno.
La soledad me envolvía como un helado manto transparente. Me enguantaba las manos y me calzaba los pies.
Y me entregaba a la sensación de vacío, hasta que casi me iba de hocico al suelo y volvía abruptamente a la realidad del abstemio a la fuerza.
Lo poco y nada que dormía eran puras pesadillas (mientras estoy "empastillada" ni siquiera recuerdo los sueños lindos).
Una noche soñé con un ex. Yo estaba de vuelta en la universidad estudiando algo, mientras él era profesor ayudante de un ramo. Estaba con su mujer y yo casi era amiga de ella. Lo más bizarro de todo era que yo andaba por todo el campus (se había magnificado en el sueño) intentando conversar con él para pedirle perdón, mientras él arrancaba despavorido.
Y yo seguía absolutamente convencida que le había hecho un daño terrible y casi de rodillas suplicándole que al menos escuchara mis explicaciones.
¡Y nunca le hice nada! Si la que recibió una cochina patada en el poto con bototos con caca fui yo!!! Pero en mi pesadilla, él era mi víctima y yo debía obtener su perdón al precio que fuera.
Menos mal que desperté justo cuando le había dado alcance y estaba dispuesto a escucharme. Peor habría sido tener en la memoria una lengüetada de patas, aunque fuera solo onírica.
A la noche siguiente tuve miedo de quedarme dormida y soñar nuevas estupideces.
A la subsiguiente, tuve miedo de morir. Bueno, en realidad miedo no pero sí la cuasi certeza de ser la muda portadora de un aneurisma cerebral a punto de explotar.
Una jaqueca tremendísima, impresionante y que no se quitaba con nada. Ya tenía las tripas hechas betún de tanto anti jaquecoso. Me palpitaba la lengua, la nuca, a ratos hasta perdía la visión. A cada minuto el dolor era más fuerte, mis ojos ya no cabían dentro de las órbitas, los oídos tapados. Un malestar indescriptible que me duró cerca de ocho horas en total.
A la mañana siguiente, me porté bien conmigo misma y partí t-r-o-t-a-n-d-o a la farmacia a comprar mi "deja-la-locura-a-un-lado".
Hoy, químicamente repuesta, les doy un pequeño consejo pero sabio: Si un psiquiatra les receta algo, pregunten de inmediato si ese "algo" produce adicción y si es absolutamente indispensable para el tratamiento. Si no es indispensable, no lo tomen, opten por algo natural. Si no queda otra, traten de tomar una dosis un tantín inferior a la prescrita.
A mi me dijeron: "toma esto, eso y esto otro, en tales cantidades". Y lo hice. A pie juntillas lo hice.