Quiero una template negra, con algunos rojos destellantes. Ya vi una pero aún no me decido.
Quiero rojo porque me acabo de dar cuenta que me está gustando el color más que para ponérmelo encima y salir a la calle. Me está apeteciendo un rojo furioso que desate toda esta ira contenida y que de tanto tragármela me ha ido pasmando.
No es casualidad que ya no tenga ideas, que la inteligencia se me esfume, que no sociabilice con nadie. Porque si en el post pasado dije que todo me aburría no ha sido destino ni desidia. Me consumo por dentro, llena de una frustración tan grande que ya todo me da igual.
¿comer o no comer? Vamos por lo fácil, que no estoy para voluntariosos esfuerzos.
¿Salir o quedarme en casa? Ya no veo entretención en salir, así es que me quedo acá, con un ánimo pútrido y me lo banco sola.
¿Escribir o quedarme piola? Ya he estado bastante callada, precisamente porque no hay nada lindo ni simpático en esta vida de zombie que estoy llevando. Aún así, estoy frente al monitor, a ver si me sirve como una vez , hace años, para devolverme el alma al cuerpo.
Fumo, porque es casi mi única señal de vida. no me entretiene ni distiende. apenas me ayuda a pasar el rato.
Quise tantas cosas y esperé tanto. Probablemente no sean más que añejas palabras de la -antaño- niña mimada a quien nada le faltaba, a quien todo le resultaba tan fácil.
Pero después de una década de altas (altísimas, debo reconocer) expectativas, de pésimas decisiones y nula suerte, me encuentro boqueando como un pez que fija pupilas por última vez para ver cómo se acerca un enorme cuchillo para desprenderme de mi cuerpo.
Niña malcriada que se transforma en adolescente todopoderosa y cae al abismo que separa su ego del piso, justo después de haber perdido la juventud. Pero no es algo que me haya ocurrido una sola vez. Cierto es que después del porrazo algo se aprende pero irse al suelo tan seguido tiene sus bemoles: los golpes ya no duelen tanto (la parte linda de andar a tropezones) y el entumecimiento se va agrandado, hasta abarcarme toda, hasta el agotamiento, hasta que ya da igual si me levanto o me quedo sentada sobre mi poto (que bien podría ser mi cabeza).
Hasta que vivir estrujando el pasado sea lo único a que puedo echar mano para estar segura de ser, de estar.
No, a decir verdad, no quiero nada. Quise. Quise muchas cosas y personas, tuve sueños y futuros. Hasta tuve gloriosos momentos de alcanzar por segundos mis metas. (tampoco soy tan, pero tan looser)
Desde el limbo escribo, intentado escapar de mi no-vida de abulia desbordante.
¿Puede acaso desbordar la abulia? Si de algo podría yo ser ejemplo...entonces, claro, es cosa de venir a ver mi show, porque acá no es necesario hurgar ni ser puntillosos: hay abulia para todo y en todo.
Quiero encauzarla y lo único a mi alcance es desagrado y rabia.
Quiero una plantilla negra como la noche, con rojos centellantes.