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26 de diciembre de 2015

Un día caluroso

Era un día caluroso y me perdí. Entre el bosque de gentes, entre la cabalgata de media tarde...me perdí. Y ya no pude encontrarme más, el sentido de las cosas dejó de palpitar, el corazón se me volvió de piedra y me perdí. 
Y aunque busco y rebusco, no encuentro miguitas ni guijarros. Creo que me perdí. Y ya no tengo a donde volver, la casa que habitaba no existe, mi cobijo se ha escapado. Pero todo está cerrado, no tengo cómo salir ni cómo volver a entrar. 
Extraviada como la mirada de un perro callejero. Extraviada como él. Sin casa, como él. 
Y nadie lo sabe, porque nadie me busca. Me perdí la media tarde de un día caluroso.
Entre las gentes, a media calle, bajo el sol.
Me perdí 

18 de diciembre de 2015

Tres años

Tantos años sin escribir una puta palabra. Ni que alguien me fuera a leer después de todo este tiempo.
Ni que tuviera algo nuevo que contar después de todo este tiempo. 
Nada, para variar, solo naderías, vacuidad, soledad, ostracismo. 
Estoy atrapada en el tiempo, aún saboreando viejos gustos, antiguos placeres. 
Sigo siendo nadie, sabiendo a nada, oliendo a viento de otoño. 
Eso: nada, nadie. 
Eterno desenfreno del qué sé yo, del vaya uno a saber, del y a mí qué me importa. 
Bajo el brazo no traigo el libro autoprometido, ni cuentos ni historias de ninguna especie. 
Bajo el brazo, solo escondo  las costillas tras la grasa. 
Nadie, nada.
Eso.