Hoy (ayer) mi hermano pasó por mi casa como a las 9:30 AM a buscar algo (no me pregunten qué) y salió convertido en bólido a una reunión de padres con su señora y su hijito de tres meses.
Habría transcurrido un cuarto de hora, cuando suena mi celular y ¡Oh sorpresa! Era él nuevamente.
Con esa tranquila voz de mando que suele usar conmigo (debe jurar que yo estoy a su servicio) me pidió que lo fuera a buscar a Beaucheff con Marsella de inmediato. Como nada sonaba tan particular le pregunté si era para largo porque yo tenía que salir como a las 2. Entonces me contestó ¿Puedes o no puedes? Cuando se pone así de prepotente es porque algo le está ocurriendo (lo que son los códigos de conducta de algunas personas). Entonces le pregunté qué ocurría.
Me dijo que lo acababan de chocar y el auto no andaba, así que necesitaba que los fuera a buscar.
Obviamente partí rauda, aunque no sin antes preguntarme por qué cresta no habrán tomado un taxi.
Llegué lo más rápido que pude y recién ahí logré percibir la magnitud del accidente y por qué mi hermano me había pedido a mi que los fuera a buscar:
Había vidrios por todo Beaucheff (que es una avenida bastante amplia y poco concurrida).
El auto de mi hermano estaba semi cruzado en una de las vías contrarias, impactado desde el farol izquierdo que estaba hecho añicos, así como el capó, pasando por la rueda y ni me imagino cómo pudo haber estado por dentro. El golpe seguía recorriendo el auto lateralmente hasta la puerta trasera.
Mi hermano estaba al lado del auto con el muchacho que lo impactó por no respetar una señalética del tránsito y de seguro ir a exceso de velocidad. Este cabro estaba con su padre.
Pero a mi cuñada y mi sobrino no los veía por ninguna parte.
Finalmente ella se encontraba dentro del auto del padre del muchacho, con Joaquín en brazos.
Tenía una cara indescriptible. Los ojos casi se le salían de sus órbitas, se notaba como perdida, abrumada, al tiempo que las lágrimas estaban a punto de estallarle desde los lagrimales como si fuera mono japonés.
Le pregunté cómo se sentía y me dijo que se sentía un poco perdida y somnolienta y que la cabeza le dolía una enormidad: se había golpeado contra el vidrio y tenía un chichón del porte de una naranja. Joaquín, por su parte, estaba como tuna, gracias a Dios.
Dadas las circunstancias era obvio que debía llevarla a un centro asistencial para constatar lesiones. Por algún motivo que desconozco, cuando llegaron los Carabineros no hicieron las preguntas de rigor y nadie sabía del golpe de mi cuñada.
El infractor, para ponerlo en términos técnicos, y su padre insistían en llevarla a su médico, cuestión a la que me negué, porque eso no sirve como antecedente probatorio de nada.
La llevamos entre todos hasta mi auto, instalamos la sillita de Joaquín y a la Posta Central.
Estuvimos HORAS. Yo nunca había entrado allí y desconocía absolutamente las deplorables condiciones en que funcionan ni las horrendas maneras de los médicos que allí laboran.
Pasó por un primer endiosado que la tuteaba como si la hubiese conocido de toda la vida y ni siquiera la hizo sentarse. Me dio una tremenda rabia porque además Alicia, mi cuñada, estaba algo mareada. Le dije al tipo: "Oye ¿no la dejarías que se sentara antes que se te caiga en plena consulta?" El muy fresco de ra... me espetó que primero le preguntaba qué le pasaba y después decidía si se sentaba o no. Mientras decía tamaña estupidez yo ya me había devuelto a mi asiento, mascullando un "roto prepotente y maleducado" que recibió con una socarrona muesca parecida a una sonrisa.
Para qué entrar en más detalles. El hecho es que estuvimos ahí hasta las cuatro de la tarde, salimos con el informe de lesiones en la mano, volvimos a mi casa a almorzar (casi a la hora del té) y por suerte Alicia está bien.
Lo único que me queda claro es:
1.- La vida de mi familia pudo haber dado un gran giro por culpa de la irresponsabilidad de un niño que no tendría más de 18 años.
2.- Menos mal que mi cuñada no tenía nada grave, porque por culpa de la Posta Central, esa misma vida pudo haber dado otro mal giro.
Consejo para todos: Si les ocurre la mala fortuna de verse envueltos en un accidente de tránsito no vayan a meterse ni cagando a ese centro "asistencial".