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30 de mayo de 2010

Una gran pena

Revisando el blog y mi blogroll, recuerdo los años dorados del blogueo, con tantos amigos blogguers, con quienes conversaba a diario y los leía con fervor, porque -y a pesar de ser todos diferentes- teníamos un cierto hilo conductor que nos unía, hasta que sin ponernos de acuerdo ni nada, desaparecimos todos del mapa. Nunca más actualizamos, nunca más fuimos a las páginas de nuestros cibernautas amigos para leer alguna de las ingeniosidades que se les había ocurrido, nunca más nada, ahora todo es como un árido desierto. No, en realidad es todo como un pueblo fantasma, de ésos en donde alguna vez se desarrolló una bollante ciudad pero hoy ni las ánimas penan.
Recuerdo tantas cosas, como cuando conté que casi me herví en salmuera dentro de mi bañera aplacando mis eternos dolores de espalda y cuello o cuando hablaba del "Bulto" (mi pareja de la época) hasta que llegó un macabro personaje a ensuciarme el blog del tal manera que borré al famoso "Bulto" de todas mis entradas posteriores y logré deshacerme del estúpido gnomo sin vida que se aparecía a puro mosquearme (y de paso les tiraba mierda a los que comentaban en mi blog (que no eran pocos, como hoy).
Me acuerdo cómo entraba con energía, onda "aquí te las traigo Peter" al blog de Roberto (ATTS) a dar mi siempre instruida opinión (porque si no dominaba bien el tema de su post, primero estudiaba un resto y después entraba a pelear con todos los ignorantes que entraban allí, jurando que demostraban algo...era muy, muy entretenido ver las roscas que se armaban: Nada más atrayente que una discusión de ideas. O el entrañable blog de la Sole, que extraño mucho no poder leer. Lo que hay ahí ahora dista mucho de lo que yo conocí.
Este propio blog desapareció por un tiempo y hoy tampoco es ni la sombra de lo que un día fue.
Es la nostalgia, como dice por ahí una canción perdida en el tiempo.
Es una gran pena.
A ver si un día -ojalá más temprano que tarde, les entra las nostalgia a todos y volvemos a ser el "anillo de blogs" que un día fuimos. Y de no ser así, creo que seguiré escribiendo de cuando en vez, porque siempre hay cosas que contar, ideas que una quisiera compartir o sentimientos que develar. Escribir es tan vasto como vivir y me viene del alma como ninguna otra cosa. Capaz que les haga caso a unos señores españoles que un día escribieron a mi correo y me ofrecieron una excelente oferta que no acepté por ser simplemente cobarde ¿Qué tal si no me iba como ellos esperaban?
Pero bueno, el tema era otro y, como de costumbre me desvié.
El punto es que quiero a mis amigos blogguers de vuelta, tanto en sus páginas como acá, perderlos es una gran pena.
Y aunque todo en la vida cambie, siempre habrá cosas con las que no me corfomaré, aunque guarde en mi corazón un trocito de ellas (o tal vez por lo mismo).

17 de mayo de 2010

Hay personas...

...y personas.
Con ya no pocos años sobre la espalda, he conocido de todo.
En medio de la adultez, sin embargo, he conocido el lado A y el lado B de muchos.
He trabajado como independiente toda mi vida pero también he tenido paréntesis laborales de trabajo dependiente.
En el primero que tuve, me encontré con la total antipatía de quienes me eran más cercanos, todo porque el jefecito tenía planes mayores para mi (de los que me vine a enterar tiempo después de haber renunciado) Era un trabajo muy bien pagado, con muchas proyecciones y con el que me di hartos gustitos profesionales. Era, sin embargo, trabajar para el demonio, con todas sus gárgolas a mi alrededor y sin un minuto de descanso ni para dormir. Y como mi alma no está en venta, pues renuncié.

El segundo trabajillo partió muy bien, parecía que éramos equipo y todo marchó sobre ruedas hasta que de pronto mis compañeras de trabajo se transformaron (se repite el cuento) en mis enemigos, solo que esta vez nunca supe la razón, salvo el cahuín en que me metió una empresa externa. Jamás podré perdonar el trato que me dieron y lo tremendamente injusto de la situación.

El tercero pasó piola. Casi trabajaba sola y el contacto con la empresa se daba más por mail que por otra vía, hasta que quebraron y la entretención pasó a mejor vida.

Ahora estoy en otro, al que llegué por grandes casualidades de la vida y ha sido muy gratificante. Lástima que tenga los días contados. Pero no me puedo quejar: llegué a hacer una suplencia por 15 días y voy a enterar nueve meses: lista pa'ponerle nombre a la guagua.
Fue lindo, aprendí mucho. Me siento profesionalmente enriquecida (aunque no ha faltado el mequetrefe que me ha preguntado ¿pero cómo has podido rebajarte así?). Conocí personas bellas (y otras no tanto), una forma de trabajo totalmente desconocida para mí, que siempre la vi desde fuera y nunca di demasiada importancia. Pero la tiene y mucha.
Me iré atesorando grandes y muy lindos recuerdos, habiendo ganado mucho en lo profesional (aunque, insisto, muchos conocidos y hasta amigos aún no se explican qué hacía yo metida ahí, sin entender que todo trabajo es digno y todo trabajo enriquece. Y éste más que muchos otros, para la profesión que poseo. Es más, a varios he recomendado intentar meterse en ese sistema, porque les va a cambiar la perspectiva en muuuchos aspectos).

En fin, hay personas y hay personas, se titulaba el post.
Las he conocido odiosas, cahuineras, mentirosas, flojas y un larguísimo etc. Hoy por hoy, la suerte me ha sonreído y caí redondita en un equipo de trabajo excelente.
Habrá de dulce y de grasa, como en todas partes, pero acá sobra lo dulce y eso es escaso de encontrar.

Serán siempre bellos recuerdos. (eso sí, intentaré borrar todo lo amargo, que fue poco pero intenso...y es que hay personas...y hay personas...)