Subscribe:

6 de enero de 2009

Esta Vida Loca

Que trae de dulce y de grasa. Cierto es que la frase es ultra requetecontra manida pero no es tomada por puro gusto sino porque la vida es realmente así.
Mientras Martin lucha por su vida, hemos llevado con unas amigas un gatito callejero al veterinario (aunque dudo mucho que el pobre vaya a salvarse). Todo, mientras mi padre insiste en que le lea el tarot y yo no tengo ánimos porque una gripe traicionera me tiene a mal traer. Entretanto, he recibido una sorpresa mayúscula en lo que a escribir respecta. Me tiene en ascuas y asustada a morir, porque es lo que siempre me ha gustado hacer y ahora las ideas se me escapan entre la confusión y la posibilidad de ser leída a escalas mayores. Si no me arriesgo, pues nada ocurrirá pero si lo hago, puede ser mi gran oportunidad o mi gran fracaso.
Entre estornudos intento acercarme a lo que debo hacer, porque tampoco es llegar y escribir cosas cuando además debo trabajar, llevar una casa y atender todas las ocupaciones del diario vivir.
¿una novela? ¿una colección de cuentos y relatos? Tal vez un conjunto de divagues, de ésos que tanto me gusta escribir, como este que no me canso de terminar.
Todo ello sin contar con esta enfermedad que me tiene probando uno y mil medicamentos, hasta dar con la combinación perfecta: ésa que me haga sentir bien y ser yo misma, sin terrores nocturnos y sin crisis de pánico cada vez que despierto, que no me tenga moviéndome todo el día como clamando por Ritalín, ni me amodorre a tal punto que vuelva a despertar cada día cerca de las dos de la tarde. Mal que mal, los tribunales funcionan en la mañana y es ahí cuando debo estar presente, más allá de atender clientes por las tardes o redactar escritos hasta quedar vizca.
Funcionar, debo funcionar...y para mi, eso es toda una odisea...
Esta vida loca...en fin.

3 de enero de 2009

Para un amigo


Es un hombre joven, acaba de cumplir años conectado a un respirador mecánico, con el celebró pascua y año nuevo, rodeado del cariño de muchos, porque es un hombre bueno. Es como un niño y nadie nunca pensó que podría llegar a faltar. Ahora somos cientos. Sí literalmente cientos (o tal vez miles) los que estamos con el alma en un hilo por él.

En realidad no es mi amigo pero lo quiero como si lo fuera.

Buscó el amor, ese de cuentos, porque es un romántico, sin embargo, nunca encontró más que bostas en su camino.

Es alegre, juguetón y cariñoso. Amigo de todos. Único, a decir verdad. Se escapa de los moldes en muchos sentidos y es un chico lindo, por dentro y por fuera. Merece cosas buenas, merece encontrar a ese ser especial que buscó incansablemente pero jamás encontró.

Ahora no sabemos su destino. Está grave, muy grave.

Fue feliz en su vida, hizo amigos entrañables, su familia lo ama y ahora, en su inconciencia, se aferra más que nunca a la vida, así como todos nos aferramos a ese hilo invisible de esperanza, de fe en Dios (aunque ser creyente no es mi fuerte).

Y quisiera verlo recuperado, siendo alegre como siempre fue, despertando de su letargo, volviendo para vivir.

Te he pedido a ti, mamá (y bien sabes que nunca te pedí nada desde tu partida) que veles por él y seas dentro de su corazón la madre eterna que yo conocí. No lo dejes caer, no lo dejes sufrir. Anímalo y protégelo, cúidalo y entrégale ánimos, susúrrale al oído que debe luchar y salir de esto. Porque morir no puede ser una opción. Y si Dios existe, intercede ante él para que se salve y vuelva a ser como antes, lleno de vida, de alegría y de vida.

Martin, no sufras, ni te des por vencido y de una vez por todas, vuelve, amigo.