Algo me decía que éste iba a ser un viernes convertido a sábado regalado. Y así no más fue. No tuve tribunales, tenía un cliente temprano pero parece ser de esos que posponen las citas hasta el cansancio.
Así es que acá estoy, rebotando como pelota recién comprada. Pero es una tranquilidad, a decir verdad. Qué agradable es no hacer nada porque no hay nada que hacer; porque debo confesar que es horrible el sentimiento de culpa que me baja cuando me dedico a tontear en vez de trabajar. Igual puede ser que vea alguna que otra cosilla atrasada porque se me perdió en el tiempo y el espacio pero no es nada de vida o muerte o al menos es como prefiero verlo porque ¡Oh, mierda! en realidad no lo debo posponer, le que hace que este sea otro viernes angustioso. A mi no más se me tenía que ocurrir dedicarme a escribir, cuando debí simplemente entregarme al ocio desatado.
Estúpida de mi.
Cagué no más, pos.