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29 de mayo de 2009

Dando vueltas como una gran pelota

Dando vueltas casi no se notaaaaa....

Algo me decía que éste iba a ser un viernes convertido a sábado regalado. Y así no más fue. No tuve tribunales, tenía un cliente temprano pero parece ser de esos que posponen las citas hasta el cansancio.
Así es que acá estoy, rebotando como pelota recién comprada. Pero es una tranquilidad, a decir verdad. Qué agradable es no hacer nada porque no hay nada que hacer; porque debo confesar que es horrible el sentimiento de culpa que me baja cuando me dedico a tontear en vez de trabajar. Igual puede ser que vea alguna que otra cosilla atrasada porque se me perdió en el tiempo y el espacio pero no es nada de vida o muerte o al menos es como prefiero verlo porque ¡Oh, mierda! en realidad no lo debo posponer, le que hace que este sea otro viernes angustioso. A mi no más se me tenía que ocurrir dedicarme a escribir, cuando debí simplemente entregarme al ocio desatado.
Estúpida de mi.
Cagué no más, pos.

24 de mayo de 2009

Mis gatitos




Siempre quise mucho a los gatos y hoy tengo varios.

Esta es una entrada de diciembre de 2006, a propósito del padre de tres de mis peludas hijas.

La posteo porque me gusta y porque necesito inspiración para volver a escribir.

Yo era un gatito muy lindo cuando nací. De pelaje semi-largo, rubio atigrado.No conocí a mi papá pero mi mamá me quería mucho. Me daba de mamar, me lavaba y me calentaba, porque cuando mis hermanos y yo nacimos era otoño.Mi mamá vivía en la casa de unos humanos. Ellos le daban de comer sobras, la echaban si se acercaba y no le demostraban ningún tipo de cariño. No entiendo por qué, si ella era tan amorosa y linda. Tampoco entiendo por qué mi mamá no se fue de esa casa.A nosotros nos odiaron desde el día en que nacimos. A mi especialmente.Me echaron a la calle cuando aún no tenía un mes de vida. Me llevaron lejos, tan lejos, que no supe encontrar el camino de vuelta a mi madre. Así es que empecé a vagabundear.A veces se me acercaban niños y sus padres les retaban por intentar acariciarme. Si los niños insistían, los adultos me correteaban de una sola patada por las costillas. Yo creo que debo tener varias rotas, porque los golpes fueron muy fuertes y después de cada uno, se me hacía muy difícil caminar y hasta respirar.Tuve hambre muchas veces y escarbé en las sobras que la gente deja en bolsas negras fuera de sus casas. Me gustaron los restos que dejaban en una casa en particular, así es que todas las noches les abría la bolsa y comía lo que encontraba. Cuando los dueños de la casa se dieron cuenta y me vieron, creí que me adoptarían, porque varios se acercaron a mirarme. En cambio, traían escondidos unos palos como de escoba y me apalearon entre tres, incluído un niño. Siempre pensé que los humanos más bondadosos eran los pequeños pero me equivoqué.Con la paliza perdí un par de dientes. La nariz me sangraba y vomité sangre varias veces.Una vez que pude volver a caminar, decidí subir a los techos de las casas y no bajar más: los humanos son animales muy peligrosos y dañinos.Permanecí en los tejados unos dos o tres meses, deambulando de un techo en otro. De vez en cuando me asomaba al interior de las casas, porque podría encontrar a mi madre o mis hermanos (uno nunca sabe). Una mañana, me asomé al patio interior de una casa y vi dos gatitos muy parecidos entre sí, de colores que yo nunca antes había visto. Estaban jugando con varios humanos. Esos humanos no los golpeaban: corrían con ellos, les lanzaban pelotitas muy bonitas y les hacían mucho cariño en sus cabecitas y espaldas. Recordé que así me trataba mi mamá. Entonces quise bajar, pero el techo estaba muy alto y me asusté ante la posibilidad de estrellarme contra el suelo. Miré para todos lados y en una esquina se veía un naranjo. Fui hasta él y bajé -con bastante esfuerzo- por él, hasta llegar al antejardín de la casa.Esperé en la puerta hasta la noche pero nadie me abría. Llovía mucho y me mojé entero. No podía dejar de tiritar y me sentía muy mal y muy hambriento.Al fin, apareció una mujer. Cuando nos vimos, mi primer impulso fue arrancar aunque ella no parecía feroz. De todas formas me escondí entre los arbustos.La mujer (ahora es mi mamá) se devolvió a su casa y regresó con un plato de comida seca (que terminó por gustarme), un jarrito con agua y una caja forrada con ropa.Y me quedé.Al poco tiempo no me pareció mala idea entrar a la casa y quedarme a vivir allí, asi es que entré varias veces pero otros humanos que vivían en la casa me sacaban rápidamente y tenía que volver a la lluvia y el frío del mini porche.Empecé a enfermar. Cada día me sentía peor. Me dolían las encías al masticar y ni siquiera podía lavarme sin sentir un penetrante dolor. Pensé irme de allí pero las fuerzas no me daban.Ya estaba completamente decidido a marcharme, cuando el mayor de los humanos me hizo entrar ¡No lo podía creer! Entré corriendo de la pura felicidad, recorrí la casa completa y me acosté en las camas de todos y cada uno de los humanos. Salté, ronrroneé, fui realmente feliz. Pero tanto ajetreo acabó con mi energía y al día siguiente no fui capaz de levantarme. Entonces, mis nuevos compañeros humanos me llevaron a un lugar. Yo pensé que me iban a botar. En cambio, me presentaron otro humano y le dijeron que yo me llamaba Samuel. Ese hombre me enterró unas cosas puntudas en las piernas, me tiró algo muy helado directo a las encías y les dio muchas instrucciones a mis humanos.También les dijo que yo tenía una enfermedad rara y que siempre iba a tener recaídas.No me importó mucho. Después de los pinchazos, volvimos a la casa y al otro día me sentía como nuevo, tal como me sentía cuando estaba con mi mamá.Estos humanos siempre me estaban haciendo cariño, me dejaban dormir en sus camas y me daban toda la comida que yo quería. Los otros gatitos de la casa no se enojaron ni quisieron pegarme, así es que se transformaron en mis hermanos.Al año siguiente, la gatita de la casa se transformó en mi compañera. Tuvimos tres hijas y yo las vi nacer a todas. Tuve que defenderlas del otro gato, porque se puso celoso y quería hacerles daño. Podré ser cobarde pero prefiero que ese gatote me pegue a mi antes que toque siquiera a mis hijitas.El año pasado estuve muy enfermo. Vomité mucha sangre y mi piel se puso amarilla. Todo me daba asco y volví donde el caballero que me pinchó. Estuve ahí una semana. Me sentí muy solo pero me recuperé y volví a mi casa, con mi familia. Luego de ese episodio no volví a sentirme tan bien como antes pero seguí igualmente feliz y animoso.La semana pasada comencé a sentir los mismos malestares, solo que esta vez los humanos no lo notaron de inmediato. Cuando se dieron cuenta, me llevaron nuevamente donde ese hombre de pelaje azul. Desde el lunes me estuvieron inyectando cosas pero esta vez no me sentí mejor. No como nada desde ese día, cada día me siento peor. Ayer dejé de sentir mi patita izquierda y ni siquiera he podido ir al baño. La respiración se me volvió muy dificultosa y en la casa intentaron muchas veces obligarme a comer. No puedo comer. Si como, seguro que vomito.Hoy me llevaron otra vez al doctor (como todos los días) y yo no quería ir, quería quedarme en casa y dormir, sentirme seguro y cómodo. Aunque se los hice ver, no me entendieron o no quisieron hacerme caso. Como a las siete de la tarde me vino un dolor muy grande, tanto que no pude seguir respirando y mi corazón dejó de latir. Yo creo que el hombre de azul pensó que tenía mucho frío, porque me tapó entero con mi mantita. Como a los cinco minutos llegó la humana que yo más quiero: mi mamá. Venía con una lata de comida y con los ojos vidriosos, me destapó y me besó muchas veces. Me besó las patitas, mis orejas, mis mejillas, las manitos y mi pelaje se humedecía cada vez más.Después tomó su propia ropa y me secó. Me envolvió tal como lo había hecho mi doctor y me llevó al auto. Estaba muy triste y no sé muy bien por qué, porque yo nunca me sentí mejor. Lo único malo es que no pude hacerle cariño ni ronrronearle y yo sé que a ella le gusta mucho eso.Una vez que llegamos a la casa, me puso sobre su cama y escogió uno de sus chalecos favoritos. Quedé muy tapadito y se me pasó todo el frío. Después me colocó dentro de una cama muy pequeña. La cama tenía tapa y la cerró.Ahora estoy en el jardín. Me gusta mucho, porque está lleno de plantas pero me siento algo solo sin mis hijas cerca ni mis humanos. Se está poniendo muy helado y la ropita que tengo puesta no me abriga lo suficiente.Creo que estos tres años fueron muy bonitos pero pensé que iban a ser más. Extrañaré todo, especialmente el cariño y la comida. Me apena sentir desde acá los gemidos humanos y saber que mis hijas y los dos gatitos mayores me buscan por toda la casa. Me echan de menos (y yo a ellos).
No alcancé a comer pavo esta navidad

23 de mayo de 2009

Los sábados

Me apestan los fines de semana. Son aburridos, trabajados, angustiosos y desesperantes.
Partir el día cocinando y lavando ropa no es mi idea de un día de descanso.
Luego del almuerzo, partir al super a realizar las compras tampoco resulta una tarea llena de intereses.
Más tarde, aburrirse como ostra viendo tele o jugando algún juego archi viejo como Zuma.
¿Por qué no partir al cine o llegar algún café bonito y recrearse algo?
No, la verdad es que la aburrida soy yo. La falta de iniciativa es mía y no de los fines de semana.
Cocinar, lavar, comprar, tampoco es nesesariamente malo, al menos no perse pero debo reconocer que la flojera me corroe y me impide disfrutar las tareas cotidianas.
Llegará el día en que sepa disfrutar de cada momento, así sea vulgar o panorámico a más no poder. Estoy casi-casi segura que llegará.

11 de mayo de 2009

Parece que no voy bien

Se me vienen ideas locas a la cabeza, así de pronto, como flashes de una película. Ya, eso le pasa a cualquiera pero además me quedo pegada en ellas, casi como una pesadilla despierta y poco me falta para tener que sacudir la cabeza como mono animado y lograr zafarme de aquellas locuras.
Recuerdo cuando este blog se trataba de contar cuentos, la mayoría graciosos o sabrosos y me encantaría poder alcanzar eso otra vez.
Ahora sí que parece diario de vida y eso no me gusta en lo más mínimo.
¿Qué hacer? Ni siquiera puedo recurrir a mi memoria, porque se fini (o como se escriba)
Este no es el mejor de los estados para sentarme frente a un teclado y retomar mis antiguas costumbres.
Supongo que, al menos de momento, es lo que hay no más y deberé tragarme las patrañas con valentía (claro, no son patrañas, es la verdad, pero así me saben).
Igual tengo ene ganas de contar estas pesadillas en vigilia que tengo pero si lo hago, mi hermano me asesina con sus propias manitas.

7 de mayo de 2009

Cada día

Es una nueva aventura. Suena horrible el cliché pero no deja de ser verdad. Incluso para aquellos sumidos en la depresión más profunda. Ya no estoy ahí, menos mal desde hace tiempo y espero no volver.
Sin embargo, hay quienes viven sumidos en un mar espeso de desesperanza. Quisiera poder transmitirles algo de mi experiencia, porque todo es cíclico y todo puede cambiar. Sé, sin embargo que no puedo hacerle ver eso a nadie depresivo, porque cuando uno sufre verdaderamente ese estado, no hay quien nos saque de nuestra repugnante fatalidad de humano sin norte ni destino, sin pasado y sin esperanzas.
Pero todos los que hemos sufrido ese horrendo estado, deseamos con desesperación poder salir del hoyo, arrancar y volver a ser feliz, como intuimos que un día fuimos.
Si alguien me lee y está en tal predicamento, escúchenme un par de consejos: déjense llevar por los consejos bien intencionados y HÁGANSE VER, MIERDA, PORQUE NO HAY NADA IMPOSIBLE EN ESTOS DÍAS. HÁGANSE VER Y DÉJENSE ESCUCHAR LOS MUY CSM, no se autoflagelen ni se victimicen más allá de la cuenta. Reconozcan sus estados, sus fortalezas y debilidades, para que se las cuenten a un loquero de confianza y ellos decidan por ustedes, porque ya no están capacitados de ninguna decisión, salvo la de darse la oportunidad de, al menos permitirse soñar con una poquita felicidad.
Tampoco es la solución de sus vidas, es apenas el aporte necesario para nivelarse a los demás que parecen tener toda esa fuerza y las ganas que a nosotros nos faltan.
He dicho.

4 de mayo de 2009

Angustiada

¿Algún motivo serio para estarlo? Pues solo un par pero mis pastillitas de la alegría debieran mantener eso bajo control y las muy cochinas se niegan.
Quisiera dormir pero no puedo y eso aviva aún más mi desazón.
Que alguien me devuelva la calma, que algo funcione diferente en mi cabeza o para mi cabeza.
Saber que estoy escribiendo acá en vez de estar produciendo también me descorazona pero esta parálisis neuronal me mantiene en ascuas.
No importa lo que haga, si no es trabajar, me sentiré culpable pero me siento imposibilitada de hacerlo.
Cresta que estoy complicada hoy.
Me siento galopando a paso firme hacia el abismo, uno propio, donde nadie más cabe, donde ni yo debiera caer pero caeré, inevitablemente, más temprano que tarde si esta angustia no deja de agarrarme por el cogote.

1 de mayo de 2009

La rabia

Hace unos días tuve una pesadilla y me dejó esta rabia.
Por no verte, por haberme abandonado. Fuiste una mentirosa, me prometiste que jamás me dejarías...y lo hiciste.
Te guardo rencor y jamás me di cuenta hasta ese sueño del otro día, en que te ibas a la playa o algún lugar desconocido, jurando volver. Y te esperé, te esperé tanto que todos regresaron y me rodeaban pero nada importaba: me sentí vacía, tan sola, indefensa.
Ahora al menos puedo darme cuenta que no volverás pero no esperes que vaya a visitarte y mucho menos que llegue con flores. Espérame un tiempo bien largo, espérame todo el tiempo de mi rabia y el doble, espérame a que me acostumbre, espérame hasta que te haya perdonado, porque esta rabia es por tu culpa y lo sabes mejor que nadie, Lo sabías cuando te marchaste.
Debí preverlo, debí aceptarlo.
No te odio pero ya no te quiero ni te espero, ya casi ni me acuerdo de ti. Toma: te paso mi rabia.