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6 de septiembre de 2008

Ni muerta ni de parranda

Simplemente, metida en los embates del destino, mentalmente en stand by, mientras corría de un lado a otro. No soy ninguna heroína pero estuve ayudando a salvar la vida de mi padre.
Ocurre que en Abril le diagnosticaron un cáncer pero debido a un aneurisma aórtico abdominal (AAA) a punto de estallar, no le podían extirpar el tumor. Obligado a internarse por un mes completo, para que le hicieran la batería de exámenes más extensa y extenuante de todos los tiempos.
Resultado: Candidato perfecto a endoprótesis aórtica, lo cual significa en buen chileno meterle una manguera en forma de "Y" invertida, por las arterias femorales, hasta cubrir por completo y así, sellar por dentro el globo gigante que tenía por aorta.
Bastante difícil pronóstico, porque además hizo una hipertensión por una glándula suprarrenal nodulada, más nódulos en el colon, tiroides, fallo renal de mediana gravedad por falta de funcionalidad del riñón derecho, un algo en el pulmón que podría ser otra gran C pero aún no sabemos y otras menudencias. A este viejo no le funciona bien pero lo que es NADA.

Finalmente, le metieron la famosa manguerita del millón de dólares (no cuesta tan cara pero sí un auto nuevo de marca prestigiosa), lo dieron de alta y anda como si tuviera 20, caminando hasta 20 cuadras de un zuácate, cuando antes no le alcanzaba ni para una cuadra.

Era esa la primera calamidad que debía ocurrir (como mencioné en el post anterior de hace titantos meses) para que el resto de las intervenciones puedan llevarse a cabo.

Y, yo , como es costumbre, de enfermera, junior, cocinera, casi médico a estas alturas, con vida personal reducida a un mínimum minimorum (latinazgos profesionales, ustedes comprenderán).

El 3 de este mes se cumplieron 6 años de la muerte de mi madre; el 14 se cumplen 10 de esta profesión que tengo y el 18 comeré anticucho y tomaré chicha hasta morir.

Saludos.