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2 de junio de 2010

El día más largo (Eyes wide shut)

El día más largo comenzó para ella de una forma inesperada. Despertó más temprano que nunca, dispuesta a comenzar con toda su energía. Pero era aún de noche, así es que esperó, esperó hasta que se hizo de día.
Aclaró para todos y para ella aún más. Disipó la vista nublada y se incorporó rápidamente, solo para dar paso a la nada.
Hoy no hay, pensó. Y tenía razón. No había nada para ella esa mañana, ni la siguiente.
Y se abrigó las penas, bebiendo sus lágrimas saladas y anhelantes. Mil rostros se avalanzaron sobre sus ojos cerrados. Mil palabras resonaban por dentro de sus oídos. Mil palpitaciones asaltaron sus venas, su mente, su corazón.
Otro espanto concretado. Volvieron las largas hibernaciones, los escondrijos mentales, la soledad disimulada con muecas, el anonimato de una vida ahuecándose y a punto de marchitarse.
Y fue el otoño para ella, aproximándose al cénit de junio, tan lleno de hielo y de recuerdos, tanto frío. Ya no habrá manera de abrigar más las congojas.
Y comprendió, como había sospechado antes que estaba inserta en el día más largo. Como los hubo antes, como los seguirá habiendo y, por fin, luego de tantos años comprendió bien el significado de la última película de Stanley Kubrick: "Eyes wide shut". No era un juego de palabras, no era un ingenioso acertijo. Era la única manera de continuar sabiendo que los días más largos jamás terminarán, hasta que llegue la noche más larga, la noche eterna, aquella con la que fantaseó tantas veces pero hasta ahora nunca concretó. Eyes wide shut, murmuró...eyes wide shut...