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11 de noviembre de 2006

Ya no

Recuerdo que siempre sufrí, que siempre quise tirar la toalla. Recuerdo que tenía el interno convencimiento que moriría a los 17 años ¿por qué? Tonteras de cabra chica. Así no tendría que dar la Prueba de Aptitud Académica, así no tendría que ir a la Universidad. Así terminaría una vida que nunca quise ni respeté. Una vida que siempre me pareció cercana a lo insufrible.
Le podría dar mil nombres a este permanente padecimiento, así como mil soluciones le he buscado. Hasta hoy no encuentro nada que me saque de esta sensación de inconfortabilidad.
He tenido momentos que para otros serían causa de un verdadero jolgorio. Para mi, sin embargo, no han sido más que chispazos casi imperceptibles que intento retener para poder paladear eso que la gente llama felicidad.
Nací sin ese "sentido de la vida" propio del ser humano, esa fuerza interior necesaria para querer hacer cosas y que esas cosas llenen la necesidad de un propósito. Quisiera tener un propósito. Hay cosas que a veces me agrada hacer pero no son un sentido de vida. En otras palabras, mi vida es un eterno devenir de acontecimientos sin sentido.
No me dirijo a parte alguna. Solo estoy, ni siquiera soy.
Dormir, quisiera dormir siempre pero ni eso puedo, soy insomne.
Y pensar que aún así hay quienes se interesan por este "estar" sombrío...