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22 de febrero de 2007

Plaza de inmigrantes



Se sentó en uno de esos bancos de una plaza en el barrio antiguo de Santiago y se dispuso a comer sus galletas y beber su gaseosa. La gente paseaba sus perros y uno que otro adolescente daba vueltas en bicicleta.


Sobre la gravilla de los caminos interiores pudo ver gran cantidad de papel picado


-Signo inequívoco de la celebración pasada, pensó. Aquella que ya no visita aunque siempre recuerda con ternura infantil.




Esa plaza significa tantas cosas en la vida santiaguina como en su propia existencia. De cierto modo le pertenece.


Las personas que hoy habitan los alrededores tienen un acento diferente. Visten distinto y es fácil notar que son extranjeros. Se ven felices.


- ¿Lo serán realmente? Piensa mientras ve como una de sus galletas cae y es atrapada por una paloma.


¿Se puede ser feliz en un país ajeno, en donde te miran casi con asco y eres constante objeto de miradas indiscretas, de comentarios entre dientes siempre muy poco amistosos?


-Parece que es posible (lo dijo en voz alta casi sin percatarse).


Hijos del rigor. Nunca le gustó la frase pero es muy cierta: Los hijos del rigor han aprendido a curtir su propia piel, a ser felices y disfrutar lo que han logrado, sea mucho o poco. Eso no importa. Ellos llevan su frente en alto, porque han luchado, solo han conocido de sacrificios y es parte integrante de su diario acontecer. Son felices porque deben serlo para vivir, porque necesitan ese aliento especial que los siga guiando en su lucha por sobrevivir, porque lo llevan en la sangre y en los genes. Los mismos genes que otros desprecian sin saber que no solo marcan sus rasgos, sino también su carácter.

9 OPINAN ¿Y BOSTON?:

  1. Ufff.. yo no se que haría siendo una extranjera en otro país...
    Lamentablemente y sin quererlo tal vez discriminamos a los extranjeros en nuestro país.
    Acercate al Blog de las Mujeres de 30, tenemos novedades
    Saludos
    BARBARAZA

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  2. Siento un gran respeto por los inmigrantes, me saco el sombrero ante ellos.

    Un Beso.

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  3. Buen texto fulerita, dale nomás. Acuérdate un párrafo = una idea completa, párrafos cortos pero redondos.

    Los díálogos también dan mucha vida a la cosa, prueba poniendo conversaciones y veras que una foto se puede convertir en película

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  4. Depende de qué país vienes y a qué país llegas.

    No es lo mismo ser chileno en los Estados Unidos que sueco en Chile.

    Rabindeciso

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  5. Coincido con el ultimo comentario. Eso es lo que deberiamos cambiar, que no dependa de donde venimos ni a donde vamos.

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  6. Tom: Gracias por las precisiones, las aplicaré.

    Roberto: Claramente, me refería a los muchos peruanos, ecuatorianos y colombianos que hoy residen en Chile, particularmente en el Barrio Yungay de Santiago.
    Si viene un extranjero caucásico, por motivos culturales, acá prácticamente les besamos los pies. Por otro lado, vienen de paseo o a tomar la gerencia de alguna transnacional.

    Sati: Depende de donde venimos y para dónde vamos, porque las motivaciones son muy diferentes. Lo que no debiera hacer diferencia es la ascendencia de cada cual, creo yo.

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  7. La primera mitad del siglo pasado en ese barrio, Yungay... llegó a vivir mi tatarabuelo Emilio Raymond, mi bisabuelo y mi abuela se criaron en ese barrio en una casona que eran de los tíos Golzac, todos inmigrantes judíos franceses.
    Por supuesto los cambios culturales se han dejado notar de diferentes formas, y si bien sigue siendo la plaza de los inmigrantes, el lugar de procedencia de éstos es distinto. Aún así... el barrio tiene para mí un encanto casi fantasmal, bueno eso desde que derribaron la casa de infancia de mis abuelos.

    Saludos Ñañe...

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  8. Conozco sólo a dos: Una amiga y un estafador. Además tengo mis dudas sobre un compañero de universidad, que creo que es peruano. Así que no es mucho lo que sé de ellos más allá de lugares comunes y reportajes televisivos.

    Rabignorante

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  9. Yo no conozco personalmente a ninguno de mis ahora vecinos. Sin embargo, los veo siempre alegres, integrados. Claro que no todo me gusta de ellos. Este es un barrio que hasta de su masiva llegada era invadido por matrimonios jóvenes de profesionales que, por su cercanía al centro, lo escogían, así como por su tranquilidad. Yo soy de la vieja ola, nacida y criada acá, rodeada de puros viejitos tranquilos y amables. Los inmigrantes, por obvios motivos no son amables y han resquebrajado la tranquilidad con sus fiestas, asados y el hecho indecoroso de andar encueros (cosa que me carga).
    Adoraba la quietud del barrio y ahora estoy en proceso de acostumbramiento a este nuevo ambiente festivo y desordenado.
    Como sea, admiro su tesón y empuje.

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¿y Boston?