The Aftermath

Dolores y más dolores. Casi insoportables e indisimulables. Mi mejor cara de amabilidad se aparece como una extraña mueca de asco burlesco. Pero aquéllas son las consecuencias del costalazo mayúsculo que probablemente me haga acreedora de las llaves comunales de Quinta Normal.

Hay otras consecuencias, sin embargo, que de dolorosas no tienen nada. Varios ofrecimientos concretos de trabajo, algunos temporales, otros indefinidos, proyectos y proyecciones, todos apetecibles y entretenidos.

Ya no me atrevo a escupir al cielo. Aún así, debo reconocer que mi panorama laboral ha dado un vuelco de 180 grados que me tiene muy contenta, llena de energías positivas y expectativas.

Yo, que ya no daba un centavo por mi, que creí agotadas todas las esperanzas y aniquilado el futuro, veo cómo, en menos de una semana, todo ha cambiado.

Alguien ha visto mis capacidades, ha confiado en mi y creo haber respondido adecuadamente al desafío. Lo que ocurra de ahora en más, debiera ser bueno y aunque no lo fuera, me ha devuelto la vida, las ganas y la energía. Es más que suficiente.

Gracias Santa M por el favor concedido.