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21 de diciembre de 2006

Me llamo SAM





Yo era un gatito muy lindo cuando nací. De pelaje semi-largo, rubio atigrado.
No conocí a mi papá pero mi mamá me quería mucho. Me daba de mamar, me lavaba y me calentaba, porque cuando mis hermanos y yo nacimos era otoño.
Mi mamá vivía en la casa de unos humanos. Ellos le daban de comer sobras, la echaban si se acercaba y no le demostraban ningún tipo de cariño. No entiendo por qué, si ella era tan amorosa y linda. Tampoco entiendo por qué mi mamá no se fue de esa casa.
A nosotros nos odiaron desde el día en que nacimos. A mi especialmente.
Me echaron a la calle cuando aún no tenía un mes de vida. Me llevaron lejos, tan lejos, que no supe encontrar el camino de vuelta a mi madre. Así es que empecé a vagabundear.

A veces se me acercaban niños y sus padres les retaban por intentar acariciarme. Si los niños insistían, los adultos me correteaban de una sola patada por las costillas. Yo creo que debo tener varias rotas, porque los golpes fueron muy fuertes y después de cada uno, se me hacía muy difícil caminar y hasta respirar.

Tuve hambre muchas veces y escarbé en las sobras que la gente deja en bolsas negras fuera de sus casas. Me gustaron los restos que dejaban en una casa en particular, así es que todas las noches les abría la bolsa y comía lo que encontraba. Cuando los dueños de la casa se dieron cuenta y me vieron, creí que me adoptarían, porque varios se acercaron a mirarme. En cambio, traían escondidos unos palos como de escoba y me apalearon entre tres, incluído un niño. Siempre pensé que los humanos más bondadosos eran los pequeños pero me equivoqué.

Con la paliza perdí un par de dientes. La nariz me sangraba y vomité sangre varias veces.
Una vez que pude volver a caminar, decidí subir a los techos de las casas y no bajar más: los humanos son animales muy peligrosos y dañinos.

Permanecí en los tejados unos dos o tres meses, deambulando de un techo en otro. De vez en cuando me asomaba al interior de las casas, porque podría encontrar a mi madre o mis hermanos (uno nunca sabe). Una mañana, me asomé al patio interior de una casa y vi dos gatitos muy parecidos entre sí, de colores que yo nunca antes había visto. Estaban jugando con varios humanos. Esos humanos no los golpeaban: corrían con ellos, les lanzaban pelotitas muy bonitas y les hacían mucho cariño en sus cabecitas y espaldas. Recordé que así me trataba mi mamá. Entonces quise bajar, pero el techo estaba muy alto y me asusté ante la posibilidad de estrellarme contra el suelo. Miré para todos lados y en una esquina se veía un naranjo. Fui hasta él y bajé -con bastante esfuerzo- por él, hasta llegar al antejardín de la casa.
Esperé en la puerta hasta la noche pero nadie me abría. Llovía mucho y me mojé entero. No podía dejar de tiritar y me sentía muy mal y muy hambriento.

Al fin, apareció una mujer. Cuando nos vimos, mi primer impulso fue arrancar aunque ella no parecía feroz. De todas formas me escondí entre los arbustos.
La mujer (ahora es mi mamá) se devolvió a su casa y regresó con un plato de comida seca (que terminó por gustarme), un jarrito con agua y una caja forrada con ropa.
Y me quedé.
Al poco tiempo no me pareció mala idea entrar a la casa y quedarme a vivir allí, asi es que entré varias veces pero otros humanos que vivían en la casa me sacaban rápidamente y tenía que volver a la lluvia y el frío del mini porche.

Empecé a enfermar. Cada día me sentía peor. Me dolían las encías al masticar y ni siquiera podía lavarme sin sentir un penetrante dolor. Pensé irme de allí pero las fuerzas no me daban.
Ya estaba completamente decidido a marcharme, cuando el mayor de los humanos me hizo entrar ¡No lo podía creer! Entré corriendo de la pura felicidad, recorrí la casa completa y me acosté en las camas de todos y cada uno de los humanos. Salté, ronrroneé, fui realmente feliz. Pero tanto ajetreo acabó con mi energía y al día siguiente no fui capaz de levantarme. Entonces, mis nuevos compañeros humanos me llevaron a un lugar. Yo pensé que me iban a botar. En cambio, me presentaron otro humano y le dijeron que yo me llamaba Samuel. Ese hombre me enterró unas cosas puntudas en las piernas, me tiró algo muy helado directo a las encías y les dio muchas instrucciones a mis humanos.
También les dijo que yo tenía una enfermedad rara y que siempre iba a tener recaídas.
No me importó mucho. Después de los pinchazos, volvimos a la casa y al otro día me sentía como nuevo, tal como me sentía cuando estaba con mi mamá.

Estos humanos siempre me estaban haciendo cariño, me dejaban dormir en sus camas y me daban toda la comida que yo quería. Los otros gatitos de la casa no se enojaron ni quisieron pegarme, así es que se transformaron en mis hermanos.
Al año siguiente, la gatita de la casa se transformó en mi compañera. Tuvimos tres hijas y yo las vi nacer a todas. Tuve que defenderlas del otro gato, porque se puso celoso y quería hacerles daño. Podré ser cobarde pero prefiero que ese gatote me pegue a mi antes que toque siquiera a mis hijitas.

El año pasado estuve muy enfermo. Vomité mucha sangre y mi piel se puso amarilla. Todo me daba asco y volví donde el caballero que me pinchó. Estuve ahí una semana. Me sentí muy solo pero me recuperé y volví a mi casa,
con mi familia. Luego de ese episodio no volví a sentirme tan bien como antes pero seguí igualmente feliz y animoso.

La semana pasada comencé a sentir los mismos malestares, solo que esta vez los humanos no lo notaron de inmediato. Cuando se dieron cuenta, me llevaron nuevamente donde ese hombre de pelaje azul. Desde el lunes me estuvieron inyectando cosas pero esta vez no me sentí mejor. No como nada desde ese día, cada día me siento peor. Ayer dejé de sentir mi patita izquierda y ni siquiera he podido ir al baño. La respiración se me volvió muy dificultosa y en la casa intentaron muchas veces obligarme a comer. No puedo comer. Si como, seguro que vomito.

Hoy me llevaron otra vez al doctor (como todos los días) y yo no quería ir, quería quedarme en casa y dormir, sentirme seguro y cómodo. Aunque se los hice ver, no me entendieron o no quisieron hacerme caso. Como a las siete de la tarde me vino un dolor muy grande, tanto que no pude seguir respirando y mi corazón dejó de latir. Yo creo que el hombre de azul pensó que tenía mucho frío, porque me tapó entero con mi mantita. Como a los cinco minutos llegó la humana que yo más quiero: mi mamá. Venía con una lata de comida y con los ojos vidriosos, me destapó y me besó muchas veces. Me besó las patitas, mis orejas, mis mejillas, las manitos y mi pelaje se humedecía cada vez más.
Después tomó su propia ropa y me secó. Me envolvió tal como lo había hecho mi doctor y me llevó al auto. Estaba muy triste y no sé muy bien por qué, porque yo nunca me sentí mejor. Lo único malo es que no pude hacerle cariño ni ronrronearle y yo sé que a ella le gusta mucho eso.
Una vez que llegamos a la casa, me puso sobre su cama y escogió uno de sus chalecos favoritos. Quedé muy tapadito y se me pasó todo el frío. Después me colocó dentro de una cama muy pequeña. La cama tenía tapa y la cerró.

Ahora estoy en el jardín. Me gusta mucho, porque está lleno de plantas pero me siento algo solo sin mis hijas cerca ni mis humanos. Se está poniendo muy helado y la ropita que tengo puesta no me abriga lo suficiente.

Creo que estos tres años fueron muy bonitos pero pensé que iban a ser más. Extrañaré todo, especialmente el cariño y la comida.
Me apena sentir desde acá los gemidos humanos y saber que mis hijas y los dos gatitos mayores me buscan por toda la casa. Me echan de menos (y yo a ellos).
No alcancé a comer pavo esta navidad.



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20 OPINAN ¿Y BOSTON?:

  1. Que lindo y triste... sé lo que quieres a tus gatos. Imagino lo triste que estás.

    Un beso, linda.

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  2. Sam, se que ahora estás junto a mi Ñaña, un beso, Carola

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  3. pucha kay, que triste...es importante si saber que Sam se fue con todo el amor de quien lo supo cuidar, un beso.Ari

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  4. En mis últimos días, sólo espero tener a alguien, que me quiera y cuide como tú lo has hecho con Sam.
    Lo envidio.
    Cariños.

    JSP

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  5. Me sumo a las palabras que te dejó simplemente culpable...

    Me dieron unas ganas terribles de ser Sam... un beso.

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  6. Te dejo un abrazo... bien apretao!

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  7. Sole, gracias por las palabras. Imaginas bien pero imagina esto otro: mis gatitos son mis hijos. Así los quiero a todos y así los cuido. Se me fue un angelito, el gatito mñas tierno, cálido y delicado de la casa.

    Carola: Si mi Sam está con tu Ñaña, espero que ella no tenga intenciones de ahuyentarlo de su territorio: él es muy tímido y no sabe defenderse.

    Ari, sí se fue con todo el amor pero se fue demasiado pronto-

    Simplemente culpable: No creo que alguna vez te vaya a faltar quien te cuide de la misma forma pero si envidias a Sam, recuerda que su vida estuvo marcada por el sufrimiento y el abandono.

    Marcel: La carta no podía ser fea, porque es una carta que, en cierta extraña forma, él me dictó y Sam era puro amor. Jamás lo ví enojado,jamás le pegó a otro gatito ni amago hizo siquiera de rasguñarnos. Mi amarillito Sam era un sol.

    Sole, no tengas esas ganas. Él lo pasó muy mal, mucho.

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  8. Sam: Pasaste por esta vida, en un comienzo, con gran pena ante la crueldad de los hombres que se aprovechan de quienes no pueden defenderse. Sin embargo, pese a tanta paliza y desilusión, hubo alguien, una persona entre muchos, que supo darte el calor que buscaste por mucho tiempo de tu madre, conviertiéndose en eso para tí. Hubo alguien que calmo tu dolor y supo borrar los amargos recuerdos de otros seres infelices que sólo te lastimaron.
    Te fuiste ahora pero dejaste huella de tu presencia. Dejate familia y también dejaste un recuerdo de amor en quienes te quisieron. Formas ahora parte del suelo, pero eso es sólo en cuerpo porque el espíritu estará siempre vivo, especialmente en esa "madre" postiza, que con paciencia, dedicación y largas horas de amor, llenó todas tus carencias y gran parte de las de ella.

    Fulerita, considérate afortunada. En este mundo existen diversas clases de personas de las que destacan dos tipos bien marcados:
    a) Los crueles, inhumanos, insensibles y sádicos que gozan con hacer daño sólo porque sí. Nacen así. No necesitan que nadie los aliente. Desde pequeños son perversos.
    b) Las personas que tenemos algo de conciencia y notamos las evidentes diferencias entre simples animales indefensos y nosotros. Los que sienten ternura por los animalitos abandonados y sin hogar y que, haciendo esfuerzos no programados, los meten a sus casas y le dan abrigo, cariño, techo y comida.
    Hiciste lo correcto por Sam y en el camino se creo un lazo que los unió tanto que lo llegaste a considerar como un hijo. Es una pérdida dolorosa y que no se puede aliviar con nada.Pero él fue feliz. Él tuvo amor, calor, cariño, preocupación. Él, a diferencia de tantos otros desdichados, tuvo un hogar y fuiste tú quien se lo diste.
    Guarda su recuerdo en tu memoria y no lo mates con tu sufrimiento pues si en vida te dio tanto amor, habrás de saber que ese amor es intangible y aún asi lo sentías...entonces, aunque ahora su cuerpo apaleado y enfermo no esté, igual sigue en el aire y en los hijos que dejó, todo el amor que por varios días fue tuyo.

    Mis sinceros saludos, un gran abrazo de apoyo a tu pena y toda mi comprensión por esta triste situación. Has perdido un hijo pero sus hijos perdieron un padre y ahora también ellos te necesitan...no los abandones.

    Besos

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  9. Un abrazo fuerte, Fulerita.

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  10. Yo he vivido la experiencia de perder una mascota en navidad, así que un fuerte abrazo para aliviar la perdida y recuerda que ellos están en manos y cuidados de San Francisco de Asís...


    Saludos y trata de disfrutar esta Fiesta Navideña...

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  11. No envidio su vida, sino su muerte.
    Cuidate.
    Cariños.

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  12. Piso 7: muchas gracias por tus palabras y no te preocupes, que quiero a todos mis hijos peludos y cada uno de ellos ocupa el mismo espacio en mi corazón.

    La del Cerro: Gracias, me hace falta un abrazo (aunque más falta me hace mi niño)

    Simplemente: Te agradezco el apoyo pero debo decirte que para mi, los animalitos que comparten sus vidas con humanos no pueden denominarse mascotas, me resulta indigno. Ellos piensan, tienen sentimientos, emociones, dolores y alegrías, como cualquiera de nosotros. De lo único que no parecen capaces es de conmstruir sociedades perversas como la nuestra.

    Simplemente culpable: sé que te referías a que murió rodeado de cariño y por lo mismo te pedía que consideraras no solo su muerte, sino también su vida.
    Hay muchos -humanos y no humanos- que no tienen la suerte de ser amados pero aunque suene cliché, el que ama recibe, así es no pienses en tu muerte. Dedícate a amar y grangear cariño. Del resto se encargan los demás.(Al menos yo creo eso). Acaban de llamar a la puerta y recibí un hermoso gesto tuyo. Ahora lo abriré.

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  13. He llorado mucho, mucho. Me dió rabia la maldad y el daño que se les hace a seres indefensos. A mi gustan mucho los animales, en general. Siempre he tenido perros y gatos solo adpotivos dónde vive mi mama hay gatos en los jardines y yo tengo 2 que en cuanto llego aparecen no sé de dónde. Mi mama los alimenta y los cuida. Me conmovió y me recordo a mi perrita que me me murió hace año y medio.Tenía 15.

    Te acompaño en tu dolor...

    un abrazo

    y

    Felices fiestas y mejor año

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  14. Lo bueno es que pudo gozar de la seguridad y el amor sus últimos años.Te dió y le diste amor eso es lo mejor

    besos

    y

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  15. Yreal: Muchas gracias y puedo notar que tu amor por los animales es muy similar al mío. Pocos recuerdan a sus no humanos al día siguiente de que han partido.
    Yo te cuento que viví con una gatita durante 21 años y cuatro meses, hasta que dejó de existir el 6 de enero del 2001. En dos semanas más, se cumple el sexto aniversario.
    Tampoco habrá otra como ella.

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  16. pucha oh T_T

    Pobre gatito... igual piensa de que seria peor que siguiera sufriendo y.y .

    Sin embargo, no decaigas.... la vida continua, Fulerita =)

    Bye!

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  17. Nyneth: gracias y es verdad, Sam lo pasaba más mal que bien. Yo hubiese querido que fuera un gatito sano y más feliz.

    Cariños.

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  18. Fuler, te paso a dejar mi cariño y la mejor onda en esta Navidad,un abrazo grandote.Ari

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¿y Boston?