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3 de julio de 2006

17 años atrás tenía 17 años...

Y no me siento muy distinta a como era en aquella época.
Obviamente, me pasaban otras cosas. Me pasaba, por ejemplo, que ya se estaba planeando la fiesta de graduación y el martirio interior era horrible. De solo pensar en andar vestida de fiesta me daba pánico. Más panicaba pensando con quién ir. Aparte de un par de besitos con un par de lindos muchachitos, tenía cero experiencia con el sexo opuesto. Ni siquiera tenía amigos hombres. En un colegio de niñas, con un padre realmente terrorífico (todavía me da susto el viejo), mi vida era bastante restringida y mis horizontes no iban más allá de mi metro cuadrado.
¿En qué consistía esa vida mía de niña de 17?: Ir al colegio todos los días y evitarlo lo más posible (me aburría ene). "Luchar" por las notas y el primer lugar, cosa de la mayor relevancia para mis padres. Conversar horas enteras con mis amigas por teléfono, soñar en inglés (tanto así me gustaba), pintar, leer mucho, ir al pre-universitario, tratar de convencer a mis viejos que debía estudiar arte y no medicina ni derecho.
Mi madre nunca me dio más obligaciones que la simple de estudiar. Nunca había tomado una escoba, obviamente no sabía cocinar, tampoco hacer una cama. No tenía que ordenar, ni sacar la basura. Nada: solo estudiar, aunque, claro, con un pero: mi obligación de estudiar incluía la de ser la mejor alumna del curso, año tras año.
Y eso era fácil para mi: me gustaban casi todas las materias, tenía una memoria privilegiada (QEPD) y me encantaba aprender. En síntesis, no tenía obligación alguna.
Para más remate, por cada nota superior a 6,5 me daban plata, aparte de la mesada, así es que en mis bolsillos podía faltar cualquier cosa, menos plata.
Lo que nunca tuve fue libertad. Vivía casi encerrada, pocas fiestas me vieron aparecer.
Era una vida simple, tranquila y, como tenía el interno convencimiento de que iba a morir antes de cumplir los 18, (no pregunten por qué, supongo que era un escondido terror al futuro), nada martirizaba mi existencia.

Hoy, 17 años después, recuerdo que fui a la fiesta de graduación muy bien acompañada, estudié lo que mis padres querían y fui bastante miserable en el ínterin.
Ahora tengo todas las responsabilidades que siempre eludí, paso épocas de impresionante sequía financiera, me dedico a resolver problemas ajenos involucrándome como si fueran propios; mi peor pesadilla se cumplió: perdí a mi madre y ahora por la calle me dicen "Señora".
Era sabia la Violeta Parra, pero se perdió la oportunidad de tener un blog.

4 OPINAN ¿Y BOSTON?:

  1. Yo recuerdo que a mí también me tenían como la niña linda de la casa, y más cortita que 8, no tenía libertad y no podía salir hasta tarde y de carretes ni hablar (qué sacrilegio) Entonces a mis 15 años miré a mis tíos (los miro ahora y están igual) que estaban debajo de las faldas de mi abuela. Yo no quise lo mismo para mí, llegar a una edad vergonzosamente adulta y aún depender de lo que dice madre para saber qué hacer de mi vida. Entonces me emancipé, como no me daban permiso para ir a fiestas, ni discos, ni carretes... lo solucioné de la forma más práctica que en ese entonces me encontré (pienso que ahora lo hubiera hecho igual) me empecé a escapar sin permiso... llegaba a las tantas de la mañana y me esperaba por supuesto una tanda de dios padre señor mío. Así lo seguí haciendo, y tandas recibía… entonces madre entendió que mi porfía era mayor que sus ganas de reprimir, entonces ahí empezó a darme permiso para salir. Solo ahí empezamos a entendernos en cosas básicas… madre y yo somos diametralmente diferentes, a pesar de quererla mucho.


    A mis 18 años salí de 4º medio, y con mi grupo de amigas de ese entonces... ufff 11 años atrás, no nos interesaba en lo absoluto lucir el "lindo vestidito" de graduación y menos aún asistir a la fiesterilla. Así que después de la ceremonia de graduación tomamos nuestros instrumentos y nos fuimos a una tocata memorable... con todo lo que implica el rock: sexo, drogas y rock & roll, jejeje más copete y explosión eufórica juvenil.

    Un saludo mi estimada y ya renové mis huifas

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  2. Chuta... recién cumpli los 34... llegue por casualidad... es increible el cambio drástico de la vida y como nos metemos más a concho en ella...

    Tu blog parece bastante abierto, sincero y simpático....

    Saludos

    Negro Astorga

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  3. Gracias a Renatrán por no considerarme fulera.
    Ñeña, todos tenemos historias, pasando los 15.
    Negro: Ya que así piensas, espero tenerte de vuelta.

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  4. Keep up the good work
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¿y Boston?