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14 de octubre de 2006

Del otro lado del espejo

Cuando era una cabra chica, no sé por qué motivos, el tiempo me sobraba. Me alcanzaba para todo y no me cansaba con nada.
Mi colegio tenía doble jornada: partíamos a las 9:00, hasta las 12:00 y después de 2:00 a 5:00. Llegando a la casa, mi mamá me llevaba directo a hacer las tareas. Y como siempre me gustó saber harto de todo, tenía 3 libros de cada ramo y me los sabía todos de memoria. Era muy florerito, así es que cada lunes me paraba en frente de todo el colegio y recitaba, bailaba, actuaba...en fin, los lunes por la mañana yo era show fijo.
Juntaba plata todo el año y esperaba con ansias la FISA pero yo no hacía como el resto de los niños de mi edad que se dedicaban a comprar juguetes tales como masa lunar, ula ulas, pelotas saltarinas o esa asquerosidad verde con consistencia de moco que venía en lata. No, yo me iba directo al stand de España y compraba libros. Ciencias y enciclopedias eran mi objetivo primordial.
Si detuviera el relato acá, podría pensarse que era una mamona de tomo y lomo pero sería una gran equivocación.
En los recreos jamás anduve con un cuaderno en la mano. Jugaba y jugaba rudo. Inventábamos juegos como las pirañas, en que un gran grupo se subía a unos asientos de cemento y otros estaban abajo pellizcándote furiosamente, mientras los que permanecían arriba se empujaban con brutalidad. El que caía se transformaba en piraña y ser una de esas sabandijas era perder, así es que yo me dedicaba a repartir codazos, combos, patadas, lo que fuera, con tal de permanecer arriba.
Otras veces, hacíamos una especie de soga humana, en donde uno de nosotros se agarraba de un poste y todos los demás nos íbamos tomando de la mano y empezábamos a correr alrededor del pilar. Para los que estaban al final, era bastante peligroso, porque tomábamos mucha velocidad y era usual ver al último salir disparado para chocar con una pared y fracturarse algún infantil hueso.
En las ocasiones en que no había quórum para armar una maldad, debía dedicarme a cuidar a mi hermano, quién siempre se sintió obligado a defender a los más débiles. El problema era que él también lo era. Parecía tallarín Nº 3, largo y extra flaco. Como yo me juraba chorita, tenía que partir a salvar a mi hermano, al que encontraba en el suelo tirando patadas de defensa o con la cabeza incrustada en algún ventanal. Entonces me venía una incontrolable furia y les daba tremendas palizas a los que habían osado agredir a mi "hermanate". Y no es que yo fuera maceteada ni alta. Era feroz y contaba con el cariño del director, así es que, por angas o por mangas, estaba destinada a sacarle la cresta a cuanto gil le pegara a mi hermano.
Por las tardes, luego de las tareas, salía a jugar. Jugaba absolutamente a todo, salvo volley. Corría, jugaba a las escondidas (ese era mi juego favorito pero siempre perdía porque me venían unas ganas de hacer pipí que jamás pude dominar), andaba en patines, bicicleta, etc. Recién a las 12 de la noche entraba a mi casa, a ver tele.
Entremedio salía de paseo, me leía fascinada mis libracos, dibujaba miles de caricaturas, tocaba flauta, peleaba con medio mundo, comía, dormía, hacía maldades. Vivía. De verdad que vivía.
Un mal día todo eso acabó. Me volví débil, floja, desganada.
Mirando hacia atrás, no alcanzo a ver con claridad cuándo mis ganas de vivir quedaron del otro lado del espejo, cuándo el tiempo se me hizo tan corto y el sueño tan largo.
Mi abuelo siempre decía que los golpes no te hacen más fuerte, muy por el contrario, resquebrajan tu espíritu y tu voluntad.
Al menos por ahora no tengo más remedio que aceptar esas palabras como una gran verdad de vida pero me gusta pensar que seré capaz de quebrar esta eterna racha perdedora (que según mi familia, es una maldición ligada al apellido).
Tal vez por ello siempre odié a Carroll y su Alicia: Este lado del espejo no me gusta nada.

15 OPINAN ¿Y BOSTON?:

  1. Chuta, después de leerte más me cae la teja de lo perna que fui cuando chica... el juego más violento que osé jugar (y sólo un par de veces) fue el caballito de bronce... Debe ser el precio que me tocó pagar porque todos mis hermanos son harto mayores que yo, así es que siempre fui medio 'vieja chica'... Parece que ahora juego más, desde que el enano me dijo que yo soy la "Power Ranger Amarilla" JA!

    Igual, mi estimada Fule, sigo pensando que este lado del espejo siempre se puede cambiar, depende de uno... si no resulta por un lado, siempre hay otro que funciona... y a tí, voluntad te sobra...

    Cariños!

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  2. Qué recuerdos... yo jugaba al caballito de bronce con los niños (yo era caballito, por grandota, era la más alta de 1ºa 4º básico) tambiewn jugaba a eso que mencionas de la soga, y juro que jamás salí despedida a parte alguna, pero supongo que el que estaba al lado mio ha de haber sufrido la contusion de mas de algun hueso, pues no me soltaba ni por si las moscas. Me subia a los arboles, leia muchisimo tambien en fin... con el tiempo, creo que lo que más se ha modificado es que ya no me muevo mucho, pero bueh! Te cuento un secreto? Aun me subo a los arboles a veces. Cuando quiero estar absolutamente sola. Curioso, pero la gente rara vez mira hacia arriba cuando busca a alguien. Saludos!

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  3. Lo unico que recuerdo bien, era haber jugado a la pinta ._.

    Nunca fui muy activo en ese sentido o.o

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  4. Ranger Kein: Se me había olvidado el caballito de bronce. Ése lo jugué hasta los 15 (sí, fui bien cabra chica) claro que a todos los caballitos nos tocaba patada por la raj* antes que saltara el siguiente jinete...y voluntad, pues no sé. Te cacho sabia así es que te creo.

    Angelita: a lo árboles nunca me subí porque sufro vértigo y ahí sí que quedaba paralizada. La última vez que lo intenté fue a principios del año pasado para salvar un gatito guagua. Quedamos los dos gritando arriba del árbol hasta que vino un prícipe y nos rescató...y es cierto: nadie mira hacia arriba, aunque estés pidiendo auxilio desde una rama.

    Nyneth: Nadie te podría culpar por no jugar ese tipo de juegos. Tu generación es completamente tecnológica. Si de los 4 a los 15 hubiese tenido PC, nadie me habría sacado de él hasta que los ojos me quedaran cuadrados. Pero yo te he visto jugar a la pelota y hasta darte porrazos en medio del fragor...

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  5. Oye, mientras iba leyendo me iba acordando de mi a ésas edades y en ésas épocas... que recuerdos...

    Me encantó leerte y el asunto del espejo, para mi es relativamente simple, mis dibujos son mis espejos, algunos permanentes otros fugaces...

    La hueona de la Alicia y su país de maravillas culiadas se puede ir a la reconcha de su madre junto con su otro lado del espejo... aunque un análisis psicoanalítico resulte interesante era una cabra de mierda persiguendo a un conejo hiperventilado y con la compañía de un gato psicótico. El único cuerdo era su perro y el bebé-cerdo.

    Los juegos de niña... uffff yo era del grupo de los hombres siempre, jamás me junté con las niñas, me gustaban los empujones y las patadas y los combos... y el vocabulario masculino, obviamente. Mientras todas las niñas jugaban a hueas con colores pastel, yo peleaba, jugaba al Jorobado (yo era el jorobado que perseguía a algún compañero hasta pegarle una patada en la raja, y claro, cuando me pegaban la patada en la raja a mi entonces volvía a ser el Jorobado, nada elaborado el juego pero nos cagábamos de la risa.). Para qué decir... las niñas del curso me tenían entre respeto y miedo... También jugué al papá y a la mamá, pero me gustaba ser la esposa infiel que "provocaba" al panadero, al cartero, al lechero, etc.... en fin.

    Linda, me encantó leer tu post, especialmente porque siento que todo mi YO se me perdió en algún momento... es sólo que creo que lo tengo por ahí entre mis dibujos...

    Besos.

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  6. "No hay mal que dure 100 años ni H que lo aguante" no te preocupes solo tienes que esperar. Es una verdad estadística...

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  7. Sole: tengo la impresión que tu "yo" se revela a todo el que quiera verlo. Para quien se queda en las apariencias, eres una, para los que analizamos un poco, eres otra.

    TOM: Ojalá fuera pero para mi las estadísticas son simples envolamientos de perdiz. Una forma de traducir en realidades simples expectativas

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  8. No pues, la estadística es al final la única verdad medianamente confiable. Pregúntale a cualquier físico. Todo puede fallar, menos la campana de Gsuss. ¿has sabido de alguien que le apunte a 300 plenos seguidos en la ruleta?, bueno, dejémoslo en 200...

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  9. para mi, las estadísticas son y serán siempre un comodín frente a la inseguridad, tal como la "certeza jurídica"

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  10. Teresa: Lo mío se parece más al "eterno resplandor de una mente sin recuerdos", por ello, tener fe se vuelve el "ejercicio de la paradoja" (libro de alguien a quien quiero mucho)

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  11. Probablemente Fulerita amiga, su espejo esté empañado y usted no pueda ver con claridad. Si bien es cierto que dicho artefacto nos refleja, sólo refleja los cambios físicos que el inexorable paso de los años causa en el ser humano, pero lo que va por dentro, eso sólo se refleja en nuestros actos. Si quieres comprobar lo que digo, es cosa de que veas a tu alrededor y te des cuenta de cómo es el proceder de quienes te rodean y cómo te comportas tu frente a ellos. Ahí sí tendrás un reflejo, quizás no exacto pero parecido, de lo que en verdad eres.

    No te respondí la vez anterior cuando al comentarte me dijiste que probablemente lo hacía a modo de reflejar mis propias penas. Pues bien, en parte tienes razón y en parte te equivocas. Tienes razón porque muchas veces me la gana el desgano y la apatía, pero te equivocas porque si existe un responsable por tales sentimientos soy sólo yo. Fácil es echarle la culpa al vecino pero no es mi caso.

    Tu abuelo tenía razón; hay golpes en la vida que de verdad quiebran no sólo tu espíritu sino que también, tu corazón. No se sana. Se vive con un corazón fisurado que por momentos te recuerda su condición.

    Por último, quizás la soledad sea una buena compañera pero definitivamente es mala consejera (ojo que no me refiero a invisible). Tantos momentos sin nadie más al lado crea dependencia y termina por generar unos indescriptibles deseos de que cuando alguien está a tu lado, sea quien sea, pronto se vaya para volver a estar cerca de esa "amiga llamada soledad". En lo personal, no lo recomiendo...pero, es sólo una visión personal.

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  12. Frase para los que aun son unos niños traviesos....Se Fiel a Tu Infancia, Jamás te hagas Grande....esa el la cuestión, todos tenemos a nuestros pequeños escondidos y atrapados...déjenlos en libertad por unos minutos y se darán cuenta que aun pueden jugar, correr y divertirse con su amigos que llevan por dentro.....Yo Aun Soy tan pequeña que cuando me pongo grave como adulta me da miedo el perder la inocencia....de la infancia que aun llevo por dentro...

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  13. Me parece conocerte desde siempre, te describes tal cual asumía que habías sido.

    Eres como la hermana mayor que me hubiera gustado tener.

    Ranintruso

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  14. Piso 7º: No sé si la soledad sea mala consejera pero sí sé que cuando te acompaña es para siempre.

    Simplemente:Suerte la tuya de conservar tu "inner-child". El mío anda jugando a las escondidas o se fue, ahí no tengo autoridad para determinar.

    Roberto: Muchas gracias por hacerme sentir VIEJA.
    No, en serio, me gustaría saber qué opinará mi hermano al respecto.

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  15. Es inevitable evocar los momentos de la propia niñez. Puedo decir que entre mis juegos infantiles (en la mayoría solitarios, porque mi madre me mantenía como la princesita... una huea en fin) era buscar hormiguitas en el patio, hacer perfumes, bordar pañitos, tejer a crochet, pintar y/o dibujar, o armar pacquilurilus con los cachureos de mi abuelo, jugar con los trencitos y los legos, leer lo que cayera en mis manos antes que la inquisición de mi abuela retara a mis tíos por pasarme esas "cochinás de libros". Mis tardes eran largas, y pasaban lentas entre mi inventiva desesperada por entretenerme, las tareas que no entendía mucho porque era bien "lentita" en el cole y la sana envidia de mirar a través de la ventana o la reja de mi casa a mis vecinos que jugaban a todas esas cosas tan entretenidad que yo nunca pude, bueno eso duró hasta los 15, edad en la que decidí dejar de ser la princesita de mamá y ponerme loca y colérica, jajajajajaja, en todo caso igual me gustaba mucho buscar hormiguitas.

    Saludos mi estimada.

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¿y Boston?